lunes, 26 de enero de 2009

Sobre el conflicto en Gaza

Aunque, cumpliendo con el guión establecido, las tropas de Israel han abandonado la Franja de Gaza nada más acceder al poder el nuevo presidente de los Estados Unidos, es necesario mantener viva la protesta ante unos hechos que avergüenzan a la humanidad no sólo por los asesinatos (el genocidio habría que decir con más exactitud dada la cifra de éstos), sino especialmente por la pasividad, la hipocresía y la injusticia de quienes no hemos hecho nada para detener esta guerra ilegal e injustificada.
Sí, ya he oído las consignas con las que tratan de convencernos de que semejantes atrocidades son un acto de legítima defensa. En fin, con piedras de molino más gordas nos han querido hacer comulgar, pero, francamente, es tan fácil reducir al absurdo esa pobre excusa. ¿Se imagina alguien que España hubiera bombardeado Pau o Hendaya, matando a miles de personas, bajo la justificación de que en estas ciudades francesas se escondían terroristas de ETA? Alguno dirá, y con razón, que ese disparate es inconcebible. Claro, Francia es una auténtica potencia nuclear y hoy las guerras son siempre contra los que sólo pueden defenderse con piedras o cohetes caseros. Sea como sea, negar o justificar la evidencia de lo que está ocurriendo en Gaza resulta tan injustificable como las teorías negacionistas del holocausto.
En fin, para qué más. Estos días circulan por internet numerosos correos electrónicos con material gráfico que dan explicaciones del conflicto un tanto simplistas, pero mucho más verdaderas que los discursos con los que se quiere disfrazar lo que siempre se ha denominado asesinato o matanza.
Traigo aquí dos de ellas. Primero, el vídeo de un congresista de E.E.U.U., con el que justifica su oposición a una resolución contra Hamas, y que de paso sirve para entender en tres minutos lo que hay detrás de este espectáculo teatral en el que lo único cierto es el sufrimiento y la muerte.
Y tras él, una galería fotográfica, que, sin necesidad de más explicaciones, establece una acertadísima comparación entre el holocausto que sufrió el pueblo judío y el que ahora hacen sufrir los descendientes de las víctimas de los nazis al pueblo palestino. Ya sé que hay diferencias (también que no he podido contrastar el origen de las fotos ni sé quién ha hecho los montajes), pero las imágenes (terribles) nos hablan con toda claridad de la identidad en las tácticas y las estrategias de los asesinos. ¿Será que, como en el caso de los maltratados, las víctimas están condenadas a convertirse en verdugos? En el fondo es el mismo miedo irracional el que mueve a todos los genocidas a exterminar sin contemplaciones a un pueblo al que previamente se ha negado su condición de seres humanos. Y, bueno, sí hay una gran diferencia: con todos sus errores y defectos, la victoria alíada en la Segunda Guerra Mundial y los juicios de Nürnberg trataron de evitar que los crímenes quedasen impunes. ¿Para cuándo el juicio que evite que estos nuevos crímenes queden impunes?
Nunca puede haber paz sin justicia.














































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