Leemos hoy en el blog de la Plataforma Unitaria contra la Autopista Eléctrica Peñalba-Monzón-Isona un par de entradas muy interesantes, publicadas ayer, en las que se da cuenta de los últimos datos conocidos en relación con la ampliación de la potencia en la línea Foradada del Toscar-Pobla de Segur (que amenaza con converirse en una nueva Autopista Eléctrica encubierta) y se responde a la nueva campaña de formación / manipulación de la opinión pública para predisponer de manera favorable a la opinión pública en favor de los proyectos de Red Eléctrica de España de establecer nuevas autopistas eléctricas o MAT para, supuestamente, evacuar los excedentes de la energía eléctrica de origen eólico.
El texto de opinión referido a este último y preocupante asunto nos ha parecido tan acertado que lo reproducimos a continuación rogando que se le dé la máxima difusión para contrarrestar las falacias con las que el sector del transporte eléctrico, en connivencia con las administraciones públicas y ciertos medios de comunicación, trata de justificar sus planes y ocultar sus vergüenzas:
El texto de opinión referido a este último y preocupante asunto nos ha parecido tan acertado que lo reproducimos a continuación rogando que se le dé la máxima difusión para contrarrestar las falacias con las que el sector del transporte eléctrico, en connivencia con las administraciones públicas y ciertos medios de comunicación, trata de justificar sus planes y ocultar sus vergüenzas:
Observamos en estos días con cierta preocupación, por decirlo suavemente, cómo los medios de comunicación —en lo que parece una auténtica campaña o estrategia de formación de opinión— vuelven a airear el ya famoso argumento de Red Eléctrica de España de la necesidad de crear nuevas autopistas eléctricas, como la Peñalba-Monzón-Isona, para mejorar la evacuación de la energía eólica.
Ya hemos demostrado fehacientemente que semejante argumento es una falacia con la que la empresa monopolizadora del transporte de energía eléctrica en España trata de esconder sus afanes especulativos bajo el bonito discurso de la promoción de las energías renovables y no deberíamos seguir su juego, tratando de refutar un falso argumento —como si éste fuera el debate que nos ocupa—, si no fuera porque hay titulares capaces de indignar y sublevar al más templado. Nos referimos en particular a las palabras de Enrique López, Presidente de la Asociación de Promotores Eólicos de Aragón, con las que se da título a la entrevista que publicaba ayer domingo El Periódico de Aragón bajo el título "El sector eólico vive un drama en Aragón por el parón que sufre".
No queremos decir, por supuesto, que el titular en sí o que la opinión del señor Enrique López sea falsa. Aceptemos que es cierto que el sector eólico está sufriendo un parón en Aragón, incluso que eso sea vivido como "un drama" por los empresarios del sector, que, eso sí, en años pasados debieron de vivir un auténtico "idilio", a la vista de cómo están nuestros montes sembrados de esos desaforados gigantes que, en definitiva, son los molinos eólicos o a la vista de cómo en algunos lugares el sector ha favorecido pelotazos y corrupción sin límite. De acuerdo. Pero, ¿cuáles son las razones a las que el señor López atribuye el parón? Nada más y nada menos que a la falta de desarrollo del Protocolo que en septiembre de 2008 firmó Red Eléctrica de España y el Gobierno de Aragón. Ahí está pues lo indignante, la ecuación mágica que convierte la opinión interesada del representante de un sector económico en consigna para consumo de la opinión pública y en coartada para defender lo indefendible. Esto es, si nos oponemos a las autopistas eléctricas estamos oponiéndonos al desarrollo de Aragón y a la salida de la crisis. ¡Toma ya!
En fin, desmontemos una vez más el falso argumento:
Conforme a los datos contenidos en el famoso Protocolo firmado entre REESA y el Gobierno de Aragón, la Autopista Eléctrica Peñalba-Monzón-Isona sólo evacuaría 40 MW de energía eólica, esto es, se trataría de la línea que evacuaría menor cantidad de energía eólica con una diferencia abismal con el resto de infraestructuras programadas.
La energía eólica, como todas las energías renovables, permitiría —si hubiera voluntad política para ello— una cultura de la energía mucho menos dañina con el medio ambiente y las posibilidades de desarrollo local ya que podría generarse en el lugar donde va a ser utilizada, minimizando así las afecciones derivadas del transporte de energía eléctrica —que supone siempre una pérdida—. Es lo que se ha dado en llamar "Generación distribuida", un modelo energético mucho más racional (tanto en lo económico como en lo medioambiental), pero que sospechamos que no interesa a monopolios del tipo de REESA, que aprovechan su privilegiada situación para especular con el transporte y la venta de energía eléctrica a larga distancia —para lo cual es imprescindible aumentar la tensión de las líneas al máximo posible, evitando así las pérdidas económicas, aunque ello implique problemas serios en relación con la salud de las personas afectadas y la destrucción del patrimonio natural—.
El trazado de la Autopista Eléctrica Peñalba-Monzón-Isona, parece hecho a medida para el transporte de energía desde las zonas productoras a aquellas que tienen más demanda, pero, ignorando las directrices de la Unión Europea, contamina electromagnéticamente zonas que no son ni productoras ni receptoras. En ello, demuestra, por cierto, una mínima sensibilidad con la población y los territorios afectados, a los que se elige como víctimas en razón de su escasez y envejecimiento, es decir, de su escaso peso electoral.
Con todo lo anterior, puede deducirse que las autopistas eléctricas del tipo de la Peñalba-Monzón-Isona, no son necesarias si se atiende a una política energética racional y guiada por el bien común. Sólo sirven para aumentar el beneficio económico de los que monopolizan el transporte eléctrico.
Pero hay algunos detalles más de esta entrevista —convertida en una especie de noticia gracias a su titular— que nos indignan profundamente pues parecen propios de una visión del desarrollo económico de tipo despótico. En efecto, de las palabras del señor López parece deducirse que el sector que preside tenía un conocimiento del protocolo firmado por Red Eléctrica de España con el Gobierno de Aragón que los ciudadanos de esta comunidad no tuvieron hasta que no se consiguió, por vía parlamentaria, hacer público su contenido. ¿Quiere decir esto que los empresarios de este sector tienen más derecho que el resto de los aragoneses a conocer los planes y la política de nuestro Gobierno? ¿Es que nuestro Gobierno sólo gobierna para ciertos ciudadanos y se permite establecer con ellos y a espaldas del resto protocolos que deberían ser sometidos a la opinión pública dadas las gravísimas afecciones que para el Medio Ambiente, el Desarrollo Rural y la Salud Pública tienen las infraestructuras de transporte eléctrico? ¿Desconoce el señor López que los representantes de los aragoneses en las Cortes de Aragón, incluidos los suyos y los que sustentan el Gobierno, se opusieron unánimente a la Autopista Eléctrica Monzón-Isona? Pero además: conforme a las palabras con las que finaliza el señor López su entrevista, se diría que oponerse a sus lucrativos planes es tanto como poner trabas a la salida de la crisis y al desarrollo de nuestra comunidad. ¿Se puede concebir mayor soberbia? ¿No es éste el mismo discurso colonialista de siempre, que cifra las posibilidades de desarrollo de nuestra comunidad en los sacrificios de los mismos, esto es, en desposeer a los más desfavorecidos de sus últimos recursos económicos? ¿Es que el desarrollo de Aragón no debería ser el desarrollo de todos los aragoneses y no sólo de los que han adquirido esa especie de privilegio que supone ser, sin necesidad de la aprobación de la mayoría, representantes de un sector estratégico?
No sabemos bien, la verdad, qué es lo que el sector eólico considera vivir un drama, pero los habitantes de las comarcas afectadas por el proyecto de la Autopista Eléctrica Monzón-Isona sí sabemos lo que es vivir un esperpento cotidiano gracias a nuestros políticos y nuestros empresarios decimonónicos y, por supuesto, estamos viviendo literalmente una tragedia desde el día en que se puso fecha de defunción a nuestros pueblos, víctimas propiciatorias de un sistema que aún cree que se puede salir de la crisis repitiendo los errores que nos llevaron a ella.
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