Como supongo que ya sabréis por la repercusión en prensa de la noticia, la propuesta europea de una jornada laboral de 65 horas semanales sigue su camino adelante sin que al parecer nadie pueda poner freno al mayor atropello de la historia contra los derechos laborales, conseguidos con sudor, sangre y lágrimas a lo largo de más de un siglo de historia del movimiento obrero.
Parece que los sindicatos anuncian movilizaciones, pero su postura hasta ahora (la de los llamados mayoritarios, al menos) no ha sido lo suficientemente dura (por decirlo suavemente)como para evitar que se llegase a esta nueva vuelta de tuerca de una globalización que se está haciendo (de manera cada vez más explícita y evidente) en contra de la humanidad y con la única finalidad de poner todo el poder, incluso nuestras propias vidas, en manos del capital, que inventa cada día nuevas formas de saqueo cada vez más descaradas.
Bienvenidas esas movilizaciones si llegan, aunque sea tarde. Hay ya muchos motivos para plantarnos y paralizar esta sociedad. Como en los orígenes del propio movimiento obrero, lo que no pidamos, aquello por lo que no luchemos, no nos lo dará nadie y lo que no defendamos, en un tiempo en el que la soberanía nacional es papel mojado frente al poder de las multinacionales, simplemente lo perderemos.
Se anuncian para hoy movilizaciones en toda Europa. Si consiguiésemos una ola humana como la que intentó frenar la guerra ilegal de Iraq, empezaríamos a construir ese otro mundo que, a la marcha que vamos, cada vez parece más imposible.
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