Recomendaba ayer encarecidamente la lectura de los diversos artículos escritos por el Doctor Juan Torres López, que aparecen recogidos en Rebelión y en su propia web. Por mi parte, leyéndolos hoy con cierto detenimiento, me encuentro con un breve texto, "¿En manos de quién están hoy los trabajadores?", que, más allá de su contenido (anecdótico, en este caso, pues se basa simplemente en comentar las declaraciones de los líderes de los sindicatos mayoritarios), debe llevarnos a una profunda reflexión basada en dar respuesta al propio título del texto.
Por mi parte, siempre he tenido muy claro que el modelo sindical establecido por la "democracia" (atado y bien atado en los Pactos de la Moncloa) sirvió claramente para domesticar (por no decir someter) a la clase trabajadora. A las pruebas me remito: oímos estos días cómo quienes nos han hecho caer en una crisis económica, de la que aún no hemos visto más que el borde del abismo, quieren aprovecharla para seguir, simplemente, saqueándonos por otros medios, al tiempo que, indirectamente, culpan a los obreros y a los derechos adquiridos por éstos durante más de 100 años de sacrificios (literalmente hablando, es decir, a sangre y fuego) de una crisis motivada por su codicia sin límites. Y tras oír cosas como que los gobiernos no tendrían por qué autorizar los ERE o que habría que promover el despido libre, nada, simplemente declaraciones en contra, como si ante semejantes barbaridades (auténticos insultos a la razón) bastase con un debate. Pero, ¡cómo es posible que en este ambiente, en el que después de habernos despojado de nuestros bienes, quieren robarnos los mínimos derechos y hasta nuestra dignidad, no se haya convocado ya, como mínimo, una huelga general, siquiera por nuestra dignidad o por la de aquellos que murieron para que nosotros podamos disfrutar de unos mínimos derechos laborales que ahora nos quieren quitar como si fueran privilegios!
Es hora ya de decir hasta aquí hemos llegado y empezar a recorrer el mismo camino (basado en la solidaridad, la dignidad y la justicia) de quienes se dejaron la vida para que nosotros hayamos disfrutado de unos mínimos derechos laborales; un camino que empieza, simplemente, por enterarse de lo que de verdad es el sindicalismo y acaba por exigir que nos devuelvan lo que nos han robado y que paguen los explotadores por la miseria y por la muerte que genera su codicia.
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